¿El emprendedor nace o se hace?

La figura del emprendendor ha tomado relevancia en los últimos años, pero aún no se ha definido con exactitud los parámetros que forman o crean a una persona con las habilidades necesarias para levantar un negocio con éxito.

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Estamos asistiendo a un momento donde el concepto de emprendimiento está alcanzando un gran reconocimiento. Lo que antes se veía como una alternativa más, ahora se percibe como una iniciativa de gran valor añadido, y los emprendedores están considerados como unos activos esenciales para la sociedad.

Y como ocurre con todas las tendencias, este fenómenos se está analizando desde muchos prismas para saber cuáles son las motivaciones y las habilidades que marcan la personalidad de una persona emprendedora. O lo qué es lo mismo: ¿cuál es el factor que marca que uno lo sea y otros no?, ¿por qué algunos de nosotros ven oportunidades donde otros no percibe nada? Y, la cuestión la más importante: ¿un emprendedor nace o se hace?

Existen muchas opiniones y teorías al respecto, pero la más lógica y coherente es que un emprendedor tiene algo de lo primero y mucho de lo segundo. Es indudable que muchos de los que dan el paso y deciden montar su propio negocio tienen cualidades especiales que les llevan a ello, pero más cierto es que sin saber hacerlo, no tendrán éxito.

Por ello, el emprendimiento debe considerarse como una tendencia que engloba una combinación de ambos aspectos. Emprender significa juntar experiencia, capacidades y actitud, o dicho de otro modo: es unir lo que somos y lo que queremos llegar a ser, y para ello, es fundamental no solo contar con habilidades innatas, sino con una formación y un aprendizaje continuo.

Uno de los fenómenos que ha causado la proliferación de negocios propios ha sido la crisis. Las pérdidas de empleo han provocado buscar una solución, “reciclarse” laboralmente. Este panorama de escasez es el causante de los “emprendedores por necesidad”.  Y quizás este tipo de personas no tienen las habilidades innatas para hacerlo, o simplemente no las veían, estaban dormidas y la necesidad las ha sacado a la luz. Pero lo que está claro es que estos nuevos supervivientes han nacido no como una opción, sino como una necesidad, y han tenido que aprender a hacerlo.

Las cualidades esenciales de los emprendedores

Ser emprendedor no pude verse como una opción mejor que trabajar por cuenta ajena. Tampoco es peor. Simplemente, es una alternativa diferente como sus ventajas e inconvenientes. Pero a la hora de apostar por tomar una iniciativa propia, es esencial que miremos dentro de nosotros mismos y pensemos si estamos preparados para ello. No todos somos iguales y no todos valemos para lo mismo, y hay quienes disfrutarán de la experiencia desde el primer momento y otros que sufrirán diariamente con esta decisión.

Por ello, es importante que nos planteemos si disponemos de una serie de capacidades para emprender. Son habilidades que tendremos que aplicar cada día, y si bien la mayoría se va adquiriendo y mejorando con el paso del tiempo, es importante analizar si al menos contamos con ellas, aunque sea en un nivel mínimo, antes de dar el paso:

  • Disponibilidad: siempre que se pone en marcha un proyecto o una idea, hay que dedicar tiempo. Si no, lo más probable es que nunca llegue a arrancar o que se nos pasen muchos aspectos clave para el crecimiento de nuestro negocio.
  • Creatividad e iniciativa: son dados factores esenciales a la hora de emprender. Deben ir siempre de la mano, sobre todo en un mercado donde casi todo está inventado. Si un negocio no aporta nada nuevo ni innovador, tendrá que convivir con una gran competencia, y el éxito será más difícil de alcanzar.
  • Toma de decisiones: debemos analizar si tenemos capacidad de autonomía. En nuestro propio negocio, seremos nuestros propios jefes, y esto implica que seamos capaces de administrar nuestras propias decisiones y aplicarlas.
  • Adaptación: un negocio pasa por una gran variedad de fases, no es lineal. A veces, una planificación se derrumba en cuestión de minutos. Por ello, saber improvisar y adaptarse a cada situación es esencial.
  • Liderazgo y trabajo en equipo: es más que probable que en nuestro proyecto no estemos solos. Saber trabajar en equipo en fundamental, y más aún lo es que seamos capaces de influir en el resto de los trabajadores, guiarlos en el proceso y sacar lo mejor de ellos.

En definitiva, ser emprendedor es una actitud. Para tenerla, es importante tener una serie de habilidades personales que lo permitan, pero estas capacidades también se desarrollan y se aprenden con la experiencia. Así que mejor conclusión es que un emprendedor nace y se hace.

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